
Ya saben. Uno decide alejarse de los bares. Uno cree que decide. Y uno se instala entre las paredes de la habitación mientras muchos taconean tratando de llegar a casa.
Y eso suele pasar con la voz del "Polaco Goyeneche": cuerdas trasegadas de una "garganta con arena"
Ante su soplo uno no puede evitar extrañar a los viejos camaradas, partirse nuevamente el rostro de juventud, empeñar nuevamente el documento de identidad por una copa más, batirse en retirada de todos los adioses. Y echar dejarse la sonrisa en el dintel.
A la mañana siguiente te espera el café y de vuelta
todas aquellas cosas ya sabidas.