
(Traduzco)
La compasión no compromete a nada, de allí su frecuencia. Nadie ha muerto en esta tierra por el sufrimiento del otro.
Cioran
Gelsky me pide, al fin de los comentarios del post anterior, de escribir algo sobre Émil Cioran... ¿Qué podría decir yo sobre el autor -feroz- de Sur les cimes du désespoir?
Muy poco, me pides, amable lector, un artículo, y sin saber si podría dar para tanto. Salvo, acaso, en cuanto a la fragancia y la delicia de hablar de Cioran a un extraño.
En Cioran, ese donde existe para siempre el retorno a un estado oceánico, no-materno: anterior. La Nada, la Nada que acontece antes del inconveniente de haber nacido, según sus palabras. Una necesidad de un nirvana que sirva de consuelo para que al maldecir al Yo sepamos algo de la trascendencia: así, en sus Silogismos de la amargura:
La soledad es insoportable, a solas conmigo mismo, a solas con mis pensamientos.
No sé como distraerlos, como atontarlos para que no me atormenten. Surge entonces la rabia ante la impotencia, y la agresividad es un pequeño paso que doy en ese estado.
Sentirse solo y estar solo no es lo mismo, pero en mi caso, sí, me siento solo aún cuando no estoy solo, pero lo siento mucho más cuando esa soledad es también física.
¿Soy demasiado consciente de la realidad, y los demás viven en un sueño de idiotas del que no quieren despertar (cosa que no les reprocho), o soy yo el estúpido que cree ver demasiado, sin ver nada?.
Sea cual sea la respuesta, puedo decir que nunca he pedido estar aquí y aún estando aquí, sólo pienso en cómo salir, sin hacer ruido, sin que se note mi ausencia, como si nunca hubiera estado. Y de esa manera, sentir la ilusión de no haber existido nunca.
Muchas veces pasé por el que fuese su apartamento en Odéon. Muchas veces. Vi su lápida otras tantas. Y supe de toda esa desesperanza y de destrucción del sentido cotidiano en sus sentencias. Lo supe. Lo sentí. Y sé -hoy- que no es compasión lo que inmovilizará o nos moverá a levantarnos de la cima de la desesperanza, sino, desde aquélla y rasante, otra fe, que proclamó Camus con Sísifo: la de la rebeldía para cambiarlo todo... o soñar y saberse y perderse cuando soñamos transformarlo.
PS: Como Cioran decía y aunque parezca discutible, consideremos su origen rumano y luego su opción por escribir (y hablar) en francés cuando sentenciaba: "no habitamos un país sino que habitamos una legua, simplemente"....