Siempre nos quedará este Halloween

Hacía muchos años que no asistía a una fiesta de Halloween, y la experiencia del viernes superó todas las previsiones. Fue una reunión de -terroríficos- amigos entrañable, en inmejorable clima, con algo de miedo, muchas risas, pinceladas literarias y torrentes cinematográficos.

Se dejó caer por allí alguna bruja, algún exorcista, una gitana de la buenafortuna e incluso la mismísima musa de Tim Burton. Una ambientación alucinante -música incluida- y una cena en consonancia, desde los aperitivos al postre, crearon el clima perfecto para disfrutar al final de la velada de historias y narraciones que ya hubiera querido la Amicus para sus películas de relatos.

Pero lo mejor de aquella noche, sin lugar a dudas, fueron los lazos de amistad estrechados con ese grupo de chicos y chicas a los que Marta y yo ya conocíamos, pero con los que, por fin, tuvimos la oportunidad de charlar con más calma.

Como diría mi viejo camarada Rick Blaine: