
En un país donde Sarkozy ha sabido crear las relaciones y los lobbys suficientes como para que la prensa (televisada y escrita) lo traten dulcemente; donde la izquierda se ha vuelto autista; sólo quedan algunas publicaciones contestatarias donde se ejerce una verdadera libertad de opinión.
El texto contempla penas mayores, restricciones para la libertad condicional, penas fijas para quienes sean reincidentes, controles especiales para ciertas personas que hayan recobrado su libertad. Y Dati, haciendo un gesto para la galería y en nombre del peor de los populismos ha puesto el ejemplo de los pedófilos y los violadores de menores y adolescentes. El proyecto de ley señala que basta que el reo sea juzgado "peligroso" y que el crimen sea "execrable" para que la pena pueda ser prolongada.
¿A qué me refiero con populismo? Dati ha puesto el ejemplo de Francis Evrard, un pedófilo que puesto en libertad violó a un pequeño en agosto 2007. Esto quiere decir que el Estado no cumple con su misión de reformar a cierto tipo de delincuentes (que sólo castigar con el encierro) a los delincuentes ni de darles los adecuados medios psiquiátricos y atenciones psicológicas. Lo otro es mencionar un caso (como muchos otros que seguramente existen) que mueva a la opinión pública tocando fibras sensibles de la comunidad.
Y lo más peligroso: yendo contra todo principio elemental del derecho, se quiere hacer esta ley retroactiva sobre los criminales que estén por salir de prisión, bajo nociones tan nebulosas de "peligros" o "execrables".
Socavando los principios fundamentales sobre los que se apoya toda ley, podemos ir viendo la deriva fascistoide del gobierno de Sarkozy. Distrayendo la atención pública con esa sublimación de la sed de venganza que supone la institución penitenciaria y las condenas, se distraen otros debates fundamentales. las leyes sociales y la destrucción progresiva de los derechos de los trabajadores y, en este caso, en que se propone la retroactividad negativa, los derechos humanos.
Esperemos que la Asamblea Nacional no lo ratifique.
Como cita Foucault en "Vigilar y castigar":
‘Cuando hayáis formado así la cadena de las ideas en la cabeza de vuestros ciudadanos, podréis entonces jactaros de conducirlos y de ser sus amos. Un déspota imbécil puede obligar a unos esclavos con una cadenas de hierro; pero un verdadero político ata mucho más fuertemente por la cadena de sus propias ideas. Sujeta el primer cabo al plano fijo de la razón; lazo tanto más fuerte cuanto que ignoramos su textura y lo creemos obra nuestra; la desesperación y el tiempo destruyen los vínculos de hierro y de acero, pero pueden nada contra la unión habitual de las ideas, no hacen sino estrecharla más; y sobre las flojas fibras del cerebro se asienta la base inquebrantable de los Imperios más sólidos’ J. M. Servan, "Discurso sobre la administración de la justicia criminal" (1767)